Los auspiciantes de los equipos aprovechan esas enormes estructuras que hace 20 años eran pequeñas para instalar los logos de sus marcas con la intención de que sean enfocados en la transmisión televisiva. Hasta hace unos años, al menos, el público chino se podía entretener con una disputada Superliga, sobre todo cuando los equipos comenzaron a fichar a viejas glorias tanto en el terreno de juego como en los banquillos, gastándose más que muchos grandes de Europa.