La victoria de Lula, al ser tan ajustada, promete un escenario de conflictos en Brasil parecidos a los que sembraron el país a partir del 2013, cuando la oposición inició una presión en las calles para conseguir desbaratar el Gobierno de Dilma Rouseff. Lo que en un origen era un movimiento religioso se fue transformando poco a poco en una tribu urbana. Esta vez, el color secundario es el dorado, que aparece en el cuello y en el gran gráfico central que aloja el nuevo logo en el centro del pecho y rodea los números.